Bienvenidos a Historias y algo más...
Bienvenidos a "HISTORIAS Y ALGO MÁS" de la autora argentina Adela Alvarez.
jueves, 16 de enero de 2014
El día 8 de enero, de 2014, en Bowen, ocurrió la hermosa visita de Michael Edward Bowen, bisnieto de Sir Albert Edward Bowen, quien dio su nombre a lo que hoy es la ciudad de Bowen. En su recorrido, junto a su esposa, al Señor Intendente Juan Carlos De Paolo, Delegada Municipal Irene Domínguez y un grupo de Bowenses, hizo un amplio recorrido por la zona, llevándose una grata impresión del lugar y de su gente.
CENTENARIO DE BOWEN Y LOS INMIGRANTES
En el centenario de nuestro pueblo, que fue hecho
por hombres y mujeres, llegados de países lejanos, justo es recordar a los
inmigrantes. Para comenzar, nos situaremos en 1850, cuando en Argentina comenzaba a
desarrollarse la inmigración en forma pausada y lenta. Durante la presidencia
de Mitre, fue acrecentándose, entrando
al país una importante masa migratoria de hombres y mujeres, que traían el
coraje
pero por sobre todo, la tan necesaria mano de obra que este país necesitaba. Al final de su
mandato, Mitre dijo: “(…) la inmigración
se ha cuadruplicado, la viabilidad por
ferrocarriles se ha sextuplicado, la educación ha adelantado, y en medio de las
serias dificultades con que hemos luchado, hemos obedecido a la ley del
progreso, así en el orden moral como en el orden material, dejando atrás a
pueblos que en mejores condiciones nos habían precedido en la labor de la
organización” (de: “Arengas”, en sus Obras
completas). Todo este flujo migratorio se vio acrecentado en la
presidencia de Sarmiento, quien lo sucedió a Bartolomé Mitre, ya con la mirada
puesta en Europa. Y luego, con la política de Alberdi, (1810- 1884) quien
afirmaba que “gobernar es poblar”, Argentina se fue
transformando en una nueva identidad nacional. El indio poco a poco iba
desapareciendo, la expansión del blanco sobre las tierras del hombre primitivo,
marcaba una etapa decisiva en la historia argentina. El desalojo que sufrieron
los indígenas, sirvió al hombre blanco para disponer de los campos, introducir
ganado y fundar pueblos, hechos tan ligados a la inmigración.
Lo cierto es que la
llegada de hombres y mujeres a estas tierras, provocó una profunda
transformación. Los campos áridos se convirtieron en un oasis productivo, de
tierras fértiles, de riegos y semillas. Aquí se fusionaron las razas y dieron a
la tierra, sus propios frutos: sus hijos argentinos.
En muchos lugares del
mundo, se recibieron inmigrantes, pero Argentina superó ampliamente a los demás
países del mundo, creándose un interesante
abanico de culturas, donde todos pudieron vivir, ayudándose unos a
otros, mancomunados en el esfuerzo del trabajo. Fue un dar y un tomar, adaptándose y asimilando las costumbres, sin agravios,
supieron vivir en armonía
Nuestra Patria chica,
Bowen, no fue ajena a todo esto, se vio poblada de aquellos seres que venían
con la esperanza en sus ojos, habían dejado la tristeza sepultada en los
lugares de dónde venían. Allí quedaron las lágrimas en los pañuelos de las
madres que despedían a sus hijos, en campos devastados, en los fragores de la guerra, en la mesa sin pan,
pero no había que mirar para atrás, el pasado era la tristeza, sin embargo,
había una realidad, tampoco esto era el paraíso prometido y sin quejas,
empuñaron las armas que traían: la fuerza, el coraje, el amor a la vida. Y
arremetieron contra el monte, abrieron surcos, levantaron el rancho,
agradecieron la vida y la comida que ganaron con sudor y llanto.
En los libros se habla de
hombres y mujeres célebres, personajes de la historia que hicieron proezas y
libraron batallas, pero muy pocos hablan, de aquellos pioneros, seres anónimos
cuyas historias no aparecen en ningún libro, pero que están en los archivos de
nuestra memoria. Ellos fueron nuestros bisabuelos, abuelos y padres
inmigrantes, que hicieron Patria en esta
bendita tierra. A ellos, que le ganaron al monte para que floreciera en surcos,
vaya este pequeño y humilde homenaje, que no es más que un simple recuerdo y un
puñado de palabras.
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