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Bienvenidos a "HISTORIAS Y ALGO MÁS" de la autora argentina Adela Alvarez.

viernes, 18 de febrero de 2011

A MI TIERRA (Poema)

A MI TIERRA

Están…
grabadas a fuego en mi memoria
tus calles polvorientas,
el álamo, la vid y el rumor de las siembras
 acunando tu vientre fecundo.

Es allí…
donde aún ronda mi canto
 en sintonías de parras y racimos
y fatigadas de sueños
 las aves reposan en sus nidos
mientras el sol recuesta
su siesta larga
 en la cabellera de los trigos.

Allí…
donde los amaneceres
son límpidos y puros
aún puedo ver un puñado de pájaros
cabalgando sobre el viento
intrépido

Y es allí…
apenas un pañuelo de tierras milenarias
donde retorno a mis días
habitados de luz
cobijada bajo el pliegue de tus viñas

y me nace el grito…
porque soy tu hija tierra mía!
plena de pámpanos
y no niego mis raíces
están en mis vértebras
en las palmas de mis manos
en mi pelo oliendo a pastos húmedos…

y en signo vegetal mis píes descalzos
se hunden en el lecho pardo que dejó el arado.
La infancia plena de vides renace
y me golpea una alegría de cántaros cristalinos
que escapa por mis venas…
La llamarada azul de un pino
me enceguece…
mientras los duendes nocturnos
me hacen guiños
rescatando el asombro de mis días.

                                                                                                   Del libro “19 voces”                                
LA INMIGRACIÓN EN ARGENTINA
Nuestra Argentina se vio habitada por diferentes tribus y civilizaciones, hasta la llegada de los españoles. Después empezó la colonización hispánica que fue entre los S XVI y XVIII. Estos fueron, si los podemos llamar así, los primeros inmigrantes. La mayoría eran hombres, por este motivo  las razas se fueron mezclando. Los españoles se unieron a las mujeres aborígenes y se produjo lo que se llamó el  mestizaje.

La inmigración europea fue una verdadera revolución productiva, un paso trascendental para nuestro país. Nació a partir de la idea de Domingo Faustino Sarmiento y Juan Bautista Alberdi, quienes aseguraban,  que la falta de población era en la Argentina un verdadero problema, ya que faltaban brazos para trabajar la tierra. Fue así que bajo la Constitución Argentina de 1853 comienza  la ocupación de territorios Argentinos. Para los europeos fue la esperanza de un mundo mejor, ya que en Europa, el fantasma del hambre  y la superpoblación era realmente un motivo para buscar otros horizontes. Aquí faltaban hombres laboriosos y había un inmenso desierto para trabajar y poblar. Estas tierras  inhóspitas,  eran todo un desafío. Después de la  Campaña del Desierto, aún quedaban mapuches y Ranqueles.


Según las estadísticas, durante el gobierno de Avellaneda se registró la mayor inmigración, en su mayoría, provenientes de Europa.  En 1875 se creó la comisión general de inmigración y en 1876 se dictó la Ley de Inmigración y Colonización. En 1871 y 1915 entraron a Argentina 5.000.000 de inmigrantes europeos. La inmigración italiana fue la mayor, luego les siguieron en números los españoles, luego los franceses, rusos, eslavos en general. Entre ellos habían ucranianos y  polacos. Mas tarde llegaban los judíos, austrohúngaros, alemanes, británicos, sirios, libaneses y en una cantidad mucho menor llegaron suizos, portugueses, belgas y holandeses. También entraron a nuestro país los alemanes del Volga. Aquellos alemanes que vivieron por 100 años en el imperio ruso conservando su propia identidad. Mucho más cerca de nuestros días vinieron chinos, coreanos, peruanos, chilenos y bolivianos haciendo de nuestro país un colorido abanico de lenguas y culturas. Y lo más interesante, es que nuestra Argentina supo albergar a todos aquellos que venían ansiando una nueva vida. Lo cierto es que de la inmigración recibimos mucho y también dimos mucho. Nuestras culturas se fusionaron. De los italianos aprendimos  a comer ricas pastas, de los españoles la paella, de los árabes heredamos palabras como ojalá, balde, mazmorra, valija, tabique, tarima y tantas otras… heredamos las boleadoras y hasta, la bombacha del gaucho es una copia de la vestimenta del árabe. Lo meritorio de estos inmigrantes es que ellos con sus pequeños logros o miserias forjaron un mundo bajo una bandera que los cobijó, a cambio de trabajo. La Argentina necesitaba poblar y mano de obra para trabajar los desiertos agrestes e inhóspitos y los inmigrantes, que venían de las guerras y las luchas, supieron agradecer dando lo mejor de sí para estas tierras.


HOTEL DE LOS INMIGRANTES 

Cuando fui por primera vez a ver lo que hoy es el museo de los inmigrantes, me llenó de una profunda emoción. Me parecía imposible estar pisando el mismo lugar que pisó mi padre a los 8 años. Me emocionaba ver esas largas mesas donde seguramente se habría sentado mi papá, siendo niño, a comer o tomar el desayuno. Fue muy fuerte todo lo que sentí en ese momento. Este hotel, para los que no lo sepan se construyó entre 1905 y 1911, en realidad en estos 6 años, no sólo se construyó el hotel, sino el desembarcadero, hospital y oficinas en torno a una plaza central. Allí  se les daba instrucción a los inmigrantes que venían con poco o nada de conocimientos sobre lo que era la Argentina. Recordemos, que muchos, ni siquiera conocían el idioma y en ese lugar se les daban clases de idiomas e instrucción básica de diversos oficios que les podían ser útiles en nuestro país. Y sigo con la descripción del hotel: Había un gran comedor con mesas para 700 personas donde se les daba de comer por turnos. A los inmigrantes se les servía, café con leche, mate cocido y pan.  en el desayuno y merienda. Los almuerzos o cenas eran: sopa, guiso de carne, maíz pisado legumbres, puchero criollo o estofado. Los niños tomaban la merienda a las 3 de la tarde y a las 6 comenzaba a servirse la cena. Cenaban temprano. Pero seguramente tenían que empezar temprano para poder atender varios turnos antes de una hora prudente.

LA RAZA NEGRA EN ARGENTINA

Hay quienes todavía niegan la presencia de la raza negra en nuestro país, o lo minimizan. Sin embargo, entre los S. XVII y XIX hubo una masiva entrada  de negros provenientes de  África, si bien esta entrada no fue voluntaria, por lo tanto nada tiene que ver con la inmigración, ya que estamos hablando de esclavos que eran sacados de su país, o quizás podríamos decir que esta fue una inmigración forzada.
 Los africanos provenían de distintas partes de África, algunos de Bantú, Guinea, Senegal, Angola y Cabo Verde.
 A veces, Buenos Aires, era para estos desdichados apenas una parada para seguir después rumbo a otros destinos. La venta de esclavos constituía el mejor negocio para aquellos que querían hacerse ricos sin demasiado esfuerzo.  Los hombres eran vendidos en Buenos Aires, para los trabajos  más pesados y las mujeres negras se vendían para servir a las mujeres ricas de aquellos tiempos. Muchos de aquellos infelices seguían viaje, o mejor dicho los llevaban, hacia otros países, sobre todo al Alto Perú. Allí se cotizaban bien porque se los consideraban como buenos “instrumentos” para trabajar en las minas. Los negreros pasaban por Tucumán y Salta y si convenían los precios dejaban allí una parte de, lo que llamaban su “mercadería” o si no, pasaban por Córdoba hacia Mendoza y desde allí a Chile.  Algunos negros cuando bajaban de los barcos ya estaban destinados para ser llevados a otras tierras. En estos casos la Argentina era tomada como lugar de paso y muy beneficioso para acortar distancias. 
Difícilmente haya otro país con tanta diversidad de culturas como el nuestro. Cada uno que llegó nos dio lo suyo y también dimos, haciendo una fusión muy interesante. Los negros, nos legaron el candombe y de sus cadencias surgió la milonga.  

Entre los años 1776 y 1810,  muchos esclavos africanos que habitaban en Buenos Aires, compraban su libertad mediante la manumisión, esto era algo que parecía beneficiar más, a mujeres y niños. La manumisión, se lograba, pagando 400 pesos, suma que se necesitaba para ser libres. Esto era un gran esfuerzo, porque  en aquellos años, era casi imposible juntar esa cifra de dinero,  algo inalcanzable. El que quería ser libre, juntaba lo que él podía ahorrar de su mísero sueldo, más lo que ganaba toda su familia,  e incluso los sueldos de  amigos que  también ayudaban.  Así, de a poco y durante muchos años, entre todos podían llegar a reunir el dinero que necesitaban para lograr la tan ansiada libertad. Otros, también la alcanzaban con la promesa de servir a su amo hasta la muerte. Y una estrategia que se practicaba mucho, era la de unirse a una mujer libre, ya que de esa manera se aseguraban de que al nacer sus hijos, obtendrían la libertad para aquellos niños. La unión entre negros e indias de donde nacían los que llamaban mulatos, morenos y pardos, podían aspirar a la libertad, ya que el color de su piel era más claro. También las  esclavas buscaban de unirse a un hombre blanco,  para que sus niños  no nacieran negros. En muchos casos estas mujeres se relacionaban a sus amos con el propósito de que el fruto de esa relación, estaría protegido por su “dueño”, aunque debiera vivir para siempre, a la sombra de él. Sin embargo, aunque los negros obtuvieran la libertad no tendrían los mismos derechos que los blancos. No podían ejercer ningún tipo de cargo. Ni siquiera las mujeres podían vestirse de sedas, encajes, ni usar joyas o salir de noche.  De ninguna manera debían parecerse a las mujeres blancas. Triste historia la de los negros.
Lo cierto es que los africanos en nuestro país estuvieron incorporados a nuestra sociedad y también  hicieron historia. Pero, ¿debemos definir a los africanos como parte de la inmigración, o simplemente como la esclavitud insertada en Argentina?... Sea como sea, de ellos recibimos un importante legado, como de todos aquellos de distintas lenguas y culturas que habitaron, éste, nuestro suelo argentino.